Los temas de las jarchas
Las jarchas
son cantos de amor de una joven mujer que habla con su madre, su confidente
o con unas compañeras. Aunque sólo sean fragmentos brevísimos, es posible
observar el temario esencial de las canciones: el dolor por la ausencia y el
abandono, el miedo de la muchacha, la enfermedad de amor, el júbilo por la
llegada etc. Estos temas aparecen en los monólogos y en los diálogos con la
madre o con la amiga confidente. Por
eso los momentos dolorosos son más frecuentes que los gozosos. En las jarchas
el lamento de la muchacha se debe a la ausencia del amado. En algunos casos
ella le suplica que no la abandone, en otros casos le ruega que vuelva pronto y
maldice el tiempo o el espacio que los separa.
En este mundo poético se proyectan tres
figuras fundamentales de la tradición literaria. A la pareja de amantes se suma
un personaje que asume el papel de ayudante, encarnado por la madre, la hermana
o por una amiga de la mujer. Sin embargo, el único personaje activo es el “yo
femenino sujeto”, la mujer que habla, mientras que su interlocutor nunca
contesta a los lamentos y a las peticiones de la mujer.[1]
Los versos fragmentarios de las jarchas sugieren un ritual amoroso y un
verdadero protocolo de actitudes femeninas que se orientan, de manera
preponderante, hacia la figura del amado, pero que dan cabida, también, a la
intimidad entre las mujeres, representada aquí por la presencia de la madre y
de las hermanas.[2] En el diálogo de las jarchas prevalecen el tono apelativo, destinado a explicitar la
solicitud amorosa, y el tono melancólico, para comunicar el dolor y el temor de
la mujer. Lo que lo mueve todo es el deseo del amante y de su cercanía.[3]
Los temas recurrentes en las composiciones
mozárabe son:
Tema de la despedida y de la ausencia
Varias jarchas
mozárabes tratan el tema de la ausencia angustiosa del amigo, por ejemplo
en la jarcha número 5:
¡Ay, cómo arde mi corazón por él![4]
O como en la jarcha número 9:
Mi corazón se me va de mí.
¡Ay Señor, no sé si me volverá!
¡Me duele tanto por el amigo!
Está enfermo: ¿cuándo sanará?[5]
O en otra jarcha, donde la muchacha teme morir por la ausencia del amigo:
Este ‘l – habib espero;por el morreyo[6]
Comparable a esta jarcha son unas canciones de
amigo y unos villancicos:
Amor, no me dejes,
Que me moriré.
¡Ay, dios! ¿qué haré? Que por ti muero, por ti moriré.
Muchas jarchas
expresan angustiosas preguntas y manifiestan la gran ansiedad de las
mujeres que no saben qué hacer, ni cómo vivir sin el amado. Este tema se puede
hallar en las jarchas número XVI, 4,
14, 15 y 16.
Jarcha XVI:
¿Quién me quita mi alma?
¿Quién quiere mi alma?[7]
Jarcha n. 4:
Decidme, ay hermanitas,
¿cómo contener mi mal?
Sin el amado no viviré:
volaré a buscarle.[8]
Jarcha n. 14:
¿Qué haré, madre?
Mi amigo está en la puerta.[9]
Jarcha n. 15:
Di: ¿Qué haré?
¿Cómo viviré?
Al amigo espero;
por él moriré.[10]
Jarcha n. 16:
¿Qué haré o qué será de mí ?
¡Amigo mío!
¡No te apartes de mí![11]
En dos de las jarchas, la muchacha percibe la presencia de una rival. Se trata de
las jarchas 17 y 19. La mujer sabe
que el corazón del amigo ama a otra y se siente triste por esto.
Jarcha n. 17:
Aş-Şabāh hermoso, dime:¿De dónde vienes?
Ya lo sé que amas a otra;
a mí tú no me quieres.[12]
Jarcha n. 19:
Ve, desvergonzado, ve por tu camino,
que no me tienes ley,
es decir, que no me mantienes lealtad.[13]
En la mayoria de las jarchas la mujer busca al hombre y su amor, pero en otros casos el
hombre es rechazado por la mujer y ésta le reclama la violencia que ejerce
sobre sobre su ropa y su cuerpo.
¡Cómo, pobre de mí, me ha dejado!
¡Mi vestido dejó alborotado y el
peinado!
¡Por Dios!, me desahogué gritando,
me ha roto mi pecho
me ha herido mis labios
y me ha deshecho el collar![14]
Aquí
la mujer le pide explícitamente a su amigo que cesen sus caricias:
¡No me toques, amigo!
Restaré herida;
mi corpiño es frágil.
Bástate, oh hermoso.[15]
¡No me muerdas, amigo! ¡No,
no quiero al que hace daño!
El corpiño [es] frágil. ¡Basta!
A todo me niego.[16]
Los versos de transición de la muaxaja, que sirven para introducir la jarcha romance, en este caso dicen:
“El día en que mis manos se pasearon por el jardín de su persona, ella me dijo: - aparta tus manos, mo me toques: ¡no me tangas, yā hābībī!”
La corporeidad en las jarchas es muy importante: son poesías en donde los sentidos y los
cuerpos humanos juegan un papel fundamental. Las jarchas en donde la sensualidad es más evidente son las I, XI,
XIII, XIV, XVII, XVIII y XXXV:
Jarcha n. XI:
Si me quieres como bueno a mí,
bésame, pues esta sarta de perlas:
boquita de cerezas.[17]
Jarcha n. XIII:
Non quiero, yo un amiguito
sino el morenico.[18]
Jarcha n. XIV:
¡Madre, ay qué amigo!
Bajo la guedejuela rubita,
el cuello blanco
y la boquita coloradita.[19]
Jarcha n. XVIII:
Como si fuese hijito extraño,
no más el hermoso a mi seno.[20]
Jarcha n. XXXV:
Boquita de collar,
dulce como la miel,
ven, bésame.
Amigo mío,ven a mí
aún amándome
como el otro día.[21]
En unas de estas jarchas, la referencia amorosa incorpora tambien la dinámica sexual
y en este caso la voz de la mujer solicita determinadas caricias e incluso
sugiere la disposición de los cuerpos en el juego sexual.
Amiguito, decidete,
Ven a tomarme,
Bésame la boca,
Apriétame los pechos,
Junta ajorca y arracada
Mi marido está ocupado.[22]
Se observa claramente el deseo de la mujer
de unirse al hombre en la jarcha n.
I:
Mi dueño Ibrāhim,
¡oh, nombre dulce!;
vente a mí
de noche;
si no,
si no quieres,
iré yo a ti.
Dime a donde
puedo unirme.[23]
En otros casos, la mujer se burla de su
amado, como en la jarcha IX:
No te amaré sino con la condición
De que juntes mi ajoca del tobillo con mis pendientes[24]
La única imagen física que no tiene
alusiones sexuales es la referencia a los ojos, que siempre son llorosos o
enfermos de amor o de imsonio. Esto es evidente en la jarcha n. 18:
¡Tanto amar, tanto amar,
amigo mío, tanto amar!
Que enfermaron los ojos llorosos,
Ya duelen mucho.[25]
Esto se puede ver incluso en la jarcha n. XVII, en la cual la muchacha
no duerme porque al día siguiente llega el amado.
No dormiré, madre
Al rayo de la mañana
Vendrá el hermoso abu-l-qācim,
La faz de la aurora[26].
Este tema es muy frecuente también en villancicos castellanos:
No pueden dormir mis ojos,
No pueden dormir
Dejadlos, mi madre, mis ojos llorar
Pues fueron a amar
No duermen mis ojos,
Madre, ¿qué harán?
Amor los desvela
¿si se moriran? (Luis de Medina, Flores del parnaso)[27]
Se nota también que
en las jarchas árabes las referencias
a la esfera sexual son mucho más explicitas, mientras que en las jarchas de la serie hebrea son muy
escasas.
Un aspecto muy interesante en las jarchas es la representación de una
mujer desenvuelta y claramente explícita en su palabras de amor. Por eso
podemos introducir uno de los temas más importantes en las jarchas, que es el del amor no recatado. En las jarchas generalmente el principio
fundamental del amor es la necesidad de guardar en secreto el amor y de
ocultarlo a la gente en general y por eso la mujer quiere discreción y dice:
Tendero, te quiero, y mi caso se ha divulgado;
¿de qué sirve la discreción? Perfumero, tus tratos son de
hipócrita.
Mi historia es sabida, se ha divulgado mi caso (Al-Q,219)[28]
En cambio cuando la mujer habla de su amor
con la madre o con su amiga, se muestra sin recato y habla libremente de los
aspectos de su amor:
Dea mi brazalete y afloja mi cinto, mi amado Ahmad:
sube conmigo a la cama, acuéstate desnudo (Al-Q, 213)[29]
[2] Ibídem.
[3] Ibídem.
[4] Alvaro Galmés de Fuentes, Las jarchas mozárabes, Barcelona,
Crítica, 1994, p. 190.
[5] Ibídem, p. 191.
[6]
Ibídem.
[7]
Ibídem, p. 188.
[9] A. Galmés de Fuentes, op.cit., p. 191.
[10] Ibídem.
[11] Ibídem.
[12] Ibídem.
[13] Ibídem, p. 192
[16]
Ibídem.
[17] A. Galmés de Fuentes, op.cit., p. 188.
[18] Ibídem.
[19] Ibídem.
[20] Ibídem, p.189.
[21] Ibídem.
[23] A. Galmés de Fuentes, op.cit., p. 187.
[24]
Ibídem.
[25] Ibídem, p.192.
[26] Ibídem, p.188
[27] Ibídem.
[28] Ibídem.
[29]
Ibídem.