Cervantes
afirma que esta obra es una invectiva contra los libros de caballería. El autor
finge traducir un cuento, que pertenecía al historiador arábico Cide Hamete
Benengeli, para imitar a los libros de caballería. El intento irónico emerge
cuando se burla del estilo elaborado y áulico, de la erudición, de las
acotaciones en las márgenes de las anotaciones en el fin del libro, de los
sonetos escritos por personajes influyentes. En efecto, parte de la parodia es fingir que un amigo
suyo le aconseja escribir por sí mismo los sonetos de presentación de su obra,
copiar sentencias de autores latinos que él sepa de memoria, cuya búsqueda no
le cueste demasiado trabajo, y usar las anotaciones de otros libros. Además
entre los elogios, Cervantes incluye un soneto de “Orlando Furioso”, personaje
de la obra de Ariosto.