DON DE LA EBRIEDAD

 

"Don de la ebriedad" fue el primer libro de Claudio Rodríguez, escrito en plena juventud, salió a la luz a fines de diciembre de 1953 y fue galardonado con el premio Adonais. Consta de tres libros: el primero y el tercero comprenden ocho y nueve poemas respectivamente, mientras que el segundo contiene dos extensos cantos: "Canto del despertar" y "Canto del caminar".

"Ebriedad" es un estado de entusiasmo, de inspiración poética en el que el poeta se eleva del estado terreno para llegar a uno espiritual donde intenta alcanzar el conocimiento poético, no el conocimiento lógico. Es una experiencia que trae reminiscencia místicas, que prueba las influencias de S. Juan de la Cruz, Fray Luis de León y Santa Teresa que hay en Rodríguez. A la experiencia poética se llega después de la muerte, pues morir es el tránsito obligado a un renacer que culmina en la consagración. El "morir" abre las puertas del conocimiento último, de lo inefable.

Además de la influencia mística, en "Don de la Ebriedad" también están presentes las teorías platónicas que fueron determinantes en Rodríguez, especialmente en la poesía juvenil. Asimismo se puede percibir en el poeta el uso reiterado de la metáfora en relación con los conceptos luz-claridad que simbolizan el conocimiento y agua-río, símbolos de limpieza y pureza.

El poeta, según Rodríguez, tiene una misión divina, pues ha sido elegido entre los hombres y le ha sido concedido el don precioso de la claridad (conocimiento), que viene de su imaginación, porque dice Rodríguez que lo fundamental en la poesía es la imaginación. Esta es una experiencia positiva; sin embargo el poeta se siente abrumado por el peso de la responsabilidad que su tarea implica, y no siempre está cierto de su capacidad para alcanzar la verdad.

La espera de la iluminación está representada en tres imágenes. En la primera de ellas, la naturaleza aguarda la lluvia. En la segunda, una criatura femenina en actitud expectante para entregarse y luego fructificar (imágenes de preñez, de intimidad con la noche). Tercera imagen, al poeta, en su búsqueda de pureza, se le presenta la imagen de su alma convertida en "ropa tendida" y alguien la lava en las aguas corrientes de un río; el alma que él había tirado queda inmaculada, pura y el poeta incluso siente que ésta le queda mejor que antes.

La protagonista de "Don de la ebriedad" es sin duda la naturaleza. El poeta recorre, vive la realidad de la propia tierra castellana, y de esta contemplación, que es el punto de partida de la poesía, brotan en él intensas emociones que va plasmando en versos. La naturaleza es un paisaje espiritual, tiene un alma propia, redescubierta por la sensibilidad del poeta. No se habla más de "árbol", sino de "alma de la frondosidad". Se dice que "el árbol llegaría hasta el cielo si no fuera porque su sazón es la del árbol", y que, sin embargo, "…días habrá en que llegue" (poesía III, libro I).

Rodríguez se vale de imágenes naturales para sustentar su tesis del conocimiento poético. Según el poeta, "Don de la Ebriedad" nace en ausencia total del conocimiento; nace de la contemplación, que es, en cierto modo, una participación de la realidad y de la experiencia poética a través del lenguaje. Dice: "…está en el mundo, está ahí enfrente. Necesita vivir entre las cosas…". El uso de un lenguaje cotidiano es un elemento característico y distintivo de valor poético (a veces en poesía resulta más fácil el uso de un lenguaje rebuscado, que de uno sencillo).

Para Rodríguez la crisis de la poesía contemporánea está en su alejamiento de la realidad, la poesía no puede ser el lenguaje por el lenguaje, una reflexión sobre sí misma, sino que debe ser parte integrante de la vida.

Antes de concluir es necesario mencionar algunos aspectos importantes en "Don de la ebriedad". El primero de ellos es el interés por el proceso de inspiración poética, es decir, cómo las imágenes surgen en la mente del autor y posteriormente toman forma. El poeta no logra explicar dicho proceso con claridad, sólo se limita a señalar que: "las imágenes suben y se borran" (poesía VI, libro I).

El segundo es esa sensación de vaguedad y fugacidad de las imágenes, el dilema de lo inefable: "Hay demasiadas cosas infinitas… para culparme hay demasiadas cosas". La lucha del poeta está en expresar lo inefable, apresurar un verso que haga comprender qué es lo que viola las limitaciones humanas.

El tercer y último aspecto es el deseo y la necesidad de amar, de entregarse a los demás. La tarea poética es una manera de entregarse, de "morir" por los demás. Toda la naturaleza, dice el poeta, es un ejemplo de entrega y si el hombre forma parte de ella, ¿cuál es el obstáculo que le impide darse? "…qué sacrilegio este del cuerpo, este de no poder ser hostia para darse" (poesía IX, libro I).

 

(GRUPO 2: AIROLDI FRANCESCA, DALLOLIO BEATRICE, DE VINCENZO ELENA, ELIA PAMELA, FARANDA TANIA, MELLA BARBARA, SALA ELENA)