CASI UNA LEYENDA
El último libro de Claudio Rodríguez, Casi una leyenda (Madrid, Tusquets, 1991, pp. 86) representa, en su brevedad, un adelanto y un compendio de la poesía del poeta zamorano. El léxico del campo castellano, tan vívido y presente en su primer libro, aparece siempre, pero como velado por una nostalgia urbana. De hecho, la primera poesía, "Calle sin nombre", alude a una realidad ciudadana, con sus calles, sus edificios, sus aceras y sus vecinos. La epifanía de un rostro visto fugazmente a través de una ventana es la metáfora de aquello que apenas vemos y que ansiamos conocer. Hay como una especie de momentos en los que se anuncia el rasgarse del velo de la apariencia, pero el poeta no puede ir más allá. El tema de la "claridad" se repite, pero con menos fogosidad que antes: "llega tan delicada y tan sencilla…." El tono del poeta es sereno y reflexivo, como de aceptación. En "El robo" acepta haber accedido a la claridad, pero el tono es doloroso, desilusionado y a veces acusador. El poeta, como el ladrón de la leyenda, ha logrado robar el don precioso del conocimiento, pero no logra atravesar la ventana, pasaje estrecho para huir con el botín. Sigue una serie de poesías de amor, de gran intensidad, en donde reconoce al antiguo sentimiento que vuelve y que define de esta manera: "[…] el misterio que salva y la vida que vive!" El poemario se cierra con una composición de gran belleza, probablemente dedicada a su hermana, muerta trágicamente. Hay un diálogo reposado y maduro, en donde la sabiduría es experiencia de vida y un lamento seco por todo aquello que la muerte no permitió. Así, la poesía "El cristalero azul" , explícitamente dedicado a la muerte, transfigurada en baile inevitable, muerte que es "la primera y nada más". Casi una leyenda cierra dignamente el ciclo de poemas iniciado con Don de la ebriedad, demostrando que Rodríguez es uno de los grandes poetas del ‘900 español.
Dante Liano.