LOS AÑOS OCHENTA

 

1. Contexto histórico. Gobierno del Partido Socialista. La inserción de España en la órbita occidental con la integración en la OTAN (1982) y el ingreso (1986) en la Comunidad Económica Europea. Las elecciones de 1986. Los males de la administración socialista. El "desencanto". Caída del muro de Berlín y el hundimiento del sistema comunista.

2. Triunfo de la literatura de consumo. La literatura light. El historiador ante serios problemas de valoración. Características: "comercialidad, lo light, mimetismo, apoliticismo, carencia de aportaciones originales, inexistencia de textos definitivos, exceso de obras que no se corresponden con el nivel de calidad deseable".

3. La novela de los ochenta. Primera característica: la dispersión. La primera gran novela de la transición. La verdad sobre el caso Savolta (1975) de Eduardo Mendoza. Es la recuperación de los elementos tradicionales del relato. Da la pauta para la producción posterior: un argumento con intriga, un lenguaje asequible, un cierto distanciamento histórico. La crítica social no aparece aparte del discurso, sino integrada a éste. Se abre el camino de la novela "para contar historias". La novela más interesante es Larva. Babel de una noche de San Juan (1983) de Julián Ríos. Desaparecen los elementos tradicionales en favor de un experimentalismo basado sobre el lenguaje, la explotación de la materia verbal hasta el paroxismo. Igual cosa se puede decir de Gramática Parda (1982) de Juan García Hortelano. Otro autor interesante: José María Merino, La orilla oscura (1985). Los nombres del pasado siguen produciendo.

4. Los jóvenes. Pedro de Lorenzo (1982): Episodios de la era del tiburón. Otra interpretación de la era franqujista: Bajo palio (1983) de Ramón Hernández. Novela ejemplar: La gaznápira (1984) de A. Berlanga. "Documento social que rehúye el innecesario compromiso para aproximarse al testimonio humano de unos personajes sobre los que se superponen imágnes de cuarenta años de vida española". El caso más resonante fue el de Bélver Yin (1981) de Jesús Ferrero. El invierno en Lisboa (1987) de Antonio Muñoz Molina. Allí el exotismo está en la deuda cinematográfica de la obra, que podría haberse desarrollado más fácilmente en los años 40 en Estados Unidos mejor que en España. Literatura que establece una complicidad generacional con sus lectores es la de Rosa Montero, con sus dos primeras novelas: Crónica del desamor (1979) y La función delta (1981). En 1990 gana el Nadal otro autor generacional: Juan José Millás, con La soledad era esto (1990). "Pocas novelas de los años 0chenta han calado mejor la psicología de aquel joven del68 que en la España del cambio ha sustituido los ideales por el sonido metálico del dinero". La novela policial que, en muchos casos, sustituye a la novela social. Sobresale Manuel Vázquez Montalbán, creador de una figura, la del detective Pepe Carvalho, que está por encima de las simplificaciones de ese tipo de novelas. Juegos de la edad tardía (1989) de Luis Landero, importancia. Octubre, octubre (1981) de José Luis Sampedro, que se caracteriza por su complejidad estructural y su ambición metaliteraria, lo cual confirma al calidad de Congreso en Estocolmo (1952).

 

(Óscar Barrero Pérez, Historia de la literatura española contemporánea, 1939-1990, Madrid, Istmo, 1992, pp 315-21 y 353-68)

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