VISIÓN ACTUAL Y VISIÓN ROMANTICA DEL DON QUIJOTE
Una obra es
inevitablemente leída y interpretada en manera diferente en cada época y luego
es importante considerar desde el punto de vista histórico el texto
para entender, antes de hacer una reelaboración crítica, cómo un autor pueda crear un particular tipo de personaje y
lo que esto representa para su creador.
Sin embargo
son la ambigüedad y la universalidad del personaje de Cervantes las que han
determinado diferentes visiones de la novela según de la llave de lectura
(diferente en cada época con su contexto social y cultural).
En el Romanticismo
fue fuerte la tentación de reelaborar personajes y hechos de manera
concerniente a la época y a la mentalidad dominante por aquel entonces: el
resultado es un Don Quijote idealizado que no tiene miedo de enseñar sus
propios valores y defenderlos hasta la muerte, a pesar de vivir en una sociedad
que los transforma en locura y juzga sus empresas caballerescas como consecuencias de tal
locura.
Tenemos, entonces,
un héroe incomprendido por ser juzgado a través del sentido común (encarnado
máximamente en los proverbios y en los dichos populares de su escudiero).
Una
reelaboración actual puede, para nosotros, dar vida a diferentes
visiones: en primer lugar hay un Quijote muy divertido y ridículo que confunde
molinos de viento por gigantes y rebaños de montones por ejércitos, y en esto
se desarolla su único trabajo de entretener y divertir al lector.
La segunda
visión semeja a la de la ilustración del siglo XVIII: el triunfo del sentido
común y de la razón frente a las rarezas y a las locuras del protagonista.
En conclusión
es posible ver en el Quijote la soledad última del hombre que en su unicidad se
queda triste e incomprendido.
Hablando sobre
la obra globalmente entendida, ha sido vista por mucha gente (tanto en la época de su redacción como ahora) como una
crítica sobre los libros de caballeria por parte de Cervantes.
Sin embargo
creemos que la crítica al género conducida a través de la obra no es “radical”
como enseña el episodio en el cual el barbero y el cura, haciendo una criba de
la biblioteca de Don Quijote, “salvan” unas obras reteniéndolas excelentes o
buenos textos literarios.