El Romancero Viejo

Los recursos estilísticos

 

Paola D’Avella, Antonella Scarnecchia y Cinzia Xodo

 

 

 

Los recursos formales más frecuentes en el Romancero Viejo son: la repetición, la enumeración y la antítesis.

 

La Repetición

Puede ser sintáctica y producirse entre dos hemistiquios de un mismo verso o entre dos versos o entre un grupo de versos. la repetición semántica puede referirse a las palabras (“tate, tate”; “Abenamar, Abenamar”; „por Castilla, por Castilla”). El paralelismo se puede dar por sinonimia o por inversión. La repetición fónica es más frecuente en los diálogos.

 

Antítesis

Es utilizada para expresar una oposición (usando términos antitéticos) o una diferencia (términos no antitéticos). Una oposición puede ser “traje cortesano/ traje de guerra”; “son de paz/ son de guerra”; “todos se visten de verde, el obispo se viste de blanco y azul”. La antítesis puede seguir un esquema sintáctico-temático: la singularización:”todos/ el”; la oposición temporal: “ayer/ hoy”; alternativas: “si/ si”; negación/afirmación; a veces aparece libre: “venga abajo, venga arriba”.

 

Enumeración

Hay pocos romances que no la utilizan, porque caracteriza o informa, colma nuestro deseo de nombrar y detallar la realidad, respondiendo así a necesidades del creador y del oyente. Puede ser exhaustiva (distributiva) o se pueden nombrar simplemente los elementos más representativos del todo: “blanca, rubia y colorada”.

 

Formulismo y epítetos generales: “el buen rey”, “esa ciudad”, “blanca nina”, “Francia la natural”, “el buen Conde”. También los nombres se repiten: Blancaflor, Alda, Isabel.

 

Invocaciones: los juramentos

 

Típicos son algunos números: 3, 7,, 2, 30, 100, 300.

 

Tiempos verbales: alternancia de las dos formas verbales: presente/pretérito (que animan la narración).