José Ángel Valente

 

José Ángel Valente, a través de su poesía, defiende el concepto de poesía como conocimiento. El aspecto más singular de su obra es la reflexión sobre el acto creador desde la propia poesía.

En la obra de Valente se trasluce una gran preocupación por los temas relacionados con la esencia y trascendencia del hombre, tales como el transcurso del tiempo y la muerte, a los que se añade la alienación y su directa consecuencia: la deshumanización.

Según Valente el individualismo extremo acarrea consecuencias negativas a la relación entre los seres humanos. Las personas paulatinamente van encerrándose en sí mismas, olvidando la dimensión humana de la propia persona. Las relaciones interpersonales se valorizan en la medida de su utilidad, y así las personas pasan a convertirse en objetos. Valente parte de esta realidad y la expresa incorporando formas nuevas como la prosa; sus poemas poco a poco van condensándose y transformándose en sentencias.

En "La memoria y los signos", publicada en 1966, se puede apreciar uno de los aspectos más interesantes de la poesía de Valente: la metapoética, su continua reflexión sobre la poesía y el acto creador, que para él es un modo de interpretar la experiencia humana. Se establece una relación entre la anécdota del poema y la experiencia humana a través de un lenguaje coloquial. En el poema "El espejo", por ejemplo, se describe a sí mismo, pero es una imagen disgregada; dicha imagen representa la fragmentación del individuo, que para Valente es la metáfora de la descomposición espiritual causada por el inexorable paso del tiempo.